El Desdén de los Medios
Opinando ando
El Desdén de los Medios
Por: Roberto Marín B.
La gran historia de treinta y tres mineros chilenos quedará grabada como uno de los sucesos más explícitos de capacidad y fortaleza que el hombre ha logrado desarrollar.
Una gran noticia que paralizó al mundo por un día completo, transmitida en variedad de idiomas y por diversos canales de cobertura mundial, hacen recordar aquellos difíciles días de septiembre de 2001 cuando el terrorismo sacudió al World Trade Center en Nueva York, o aquellos días de finales de diciembre de 2004, cuando un gran Tsunami sacudió a Indonesia, Sri Lanka y varias islas más; o cómo no mencionar a la reciente tragedia de Haití con su terremoto de enero con más de 7.0 puntos en la Escala Richter y 200.000 muertos.
Todos estos grandes acontecimientos han volcado en su momento al mundo entero hacia ellos. Los medios de comunicación del siglo XXI han iniciado el manejo de una serie de recursos que logran que la humanidad se vea inmersa en circunstancias emotivas y de carga psicológica, lamentablemente sensacionalistas con motivos de audiencia, más que por responsabilidad social.
Sin embargo, hay que resaltar y agradecer la tarea de informar, y sobre todo las bondades bien aprovechadas de cubrimientos especiales que enseñan a aquel espectador los pormenores de su o sus temas de interés.
Es imponente el poder que generan los medios de comunicación a la hora de tratar un tema de gran relevancia mundial, como el tema de los mineros en Chile.
Por mencionar ejemplos del poder que generan, cabe recordar que cuando ocurrió el terremoto en Haití, los medios mostraron tan cruel realidad, que las personas pudieron observar y despertar su sentido humano, y las cuentas bancarias de fundaciones y organizaciones sin ánimo de lucro empezaron a moverse en pro del bien de aquellas víctimas de la tragedia. Igualmente con el Tsunami asiático las ayudas se incrementaron y casi que los medios eran puente entre ciudadanos y las captadoras de ayuda humanitaria.
De igual manera, cuando sucedió el revuelo del 11-S, el mundo no volcó sus ojos a una ayuda humanitaria, pero si creó una concepción fatídica del terrorismo y se reprochaba en cada esquina de los cinco continentes a quienes cometían aquellos repulsivos actos.
En octubre de 2010, nuevamente el mundo vive un suceso de talla mundial. 33 mineros que han vivido durante dos meses bajo 700 metros de tierra, atrapados en un socavón, han sido rescatados en perfectas condiciones de salud con una operación digna de recrear en Hollywood.
CNN en inglés y español, Fox News, NTN 24, entre otros noticieros de gran cobertura, aplicaron la estrategia de transmisión en vivo con pocas pausas. Esta estrategia produjo en los televidentes un vínculo de cercanía con las 33 historias que se relataron en dos días.
Aquellos mineros de vida anónima, ahora eran y son héroes de la vida, famosos, reconocidos como un artista de gran trayectoria y capaces de gozar de prestigio y dignidad en varios países a donde ya son invitados de honor.
El gran lanzamiento de personas que madrugaban a trabajar por un salario ajustado, es una muestra de la capacidad conmovedora de los medios de hoy. Todo este círculo formado por la sensación de un momento, ahora ha sacado del anonimato a 33 héroes y sus familias, que sin desmeritar la exigencia de tal hazaña, son muy parecidos a otro gran número de mineros que durante esos dos meses siguen madrugando a trabajar bajo condiciones inhumanas para mantener a sus familias.
Eh Haití, Indonesia y Sri Lanka, antes de sus tragedias ya vivían en condiciones deplorables, y los niños ya morían de hambre. En Chile antes del año 2010 los mineros ya trabajan bajo inminentes riesgos y en sobre-explotación. Antes del 11-S ya Osaba Bin Laden era un temible terrorista con astucia para hacer daño.
Por qué los medios de comunicación tienen que esperar volcar sus ojos a aquellos asuntos que los necesitan, sólo cuando es estrictamente necesario para cubrir un hecho lamentable.
Por no decir más, vale mencionar que en Colombia, los mineros mueren y nadie causa revuelo por esto, los niños mueren de hambre en lugares que ni los mismos noticieros saben que existen. El terrorismo acecha día tras día, atacando a los más humildes y se ha vuelto algo naturalmente aceptable en los titulares.
Treinta y tres familias sufrieron durante 70 días la angustia de tener lejos a sus esposos, hijos y padres. Hay miles de familias en Colombia sufriendo tragedias peores, no de dos meses, sino de 15 o 20 años.
Si los medios de comunicación utilizaran la mitad de la presión que han usado para cubrir este hecho chileno, en informar al mundo de los mineros y secuestrados colombianos, por no decir más, la historia actual sería diferente.
Y no es que precisamente se hable de Colombia. El punto es, ¿Por qué no aprovechar las ventajas, virtudes y bondades que ofrece un buen periodismo, para buscar salidas a temas coyunturales que hacen daño?
No es necesario tener que esperar una tragedia para que se hable de un tema en un noticiero. La gran historia chilena como se dice al inicio, es una etapa que nadie olvidará, pero que nadie olvide la energía exorbitada que allí se aplico por parte de los medios informativos.
Si tan solo se aplicara un poquito de esa energía en otros temas de hoy…
Comentarios
Publicar un comentario